25.Abr.2017
Ya no existe el aprendiz de joyero, sino estudiantes de joyería. Se perdió esa figura que, con 12 años, empezaba barriendo y no tocaba una sierra más que para guardarla en el cajón. El joyero que se formaba en los talleres era pobre en cultura general y rico en oficio, porque los oficios sólo se dominan con horas de trabajo.

Todas esas técnicas adquiridas casi por impregnación, hoy las enseñamos en la escuela JORGC, también sentados en la mesa de joyero y con las herramientas en la mano. Y si nos falta tiempo para practicar, lo suplimos con originalidad y ganas.

Transmitimos el oficio a personas mucho más preparadas que antaño. Personas ricas en vivencias y con alto nivel cultural, que se han movido por el mundo, con estudios de todo tipo, atraídas a la joyería por el arte y el diseño.

Casi nadie llega a la escuela pensando que aprenderá a fabricar las joyas diseñadas por otro, ni se dedicará a hacer composturas. Hoy quieren crear sus colecciones; son gente valiente, con ilusión e ideas nuevas. Compaginan los metales nobles de toda la vida con nuevos materiales y nuevas tecnologías.

En el mundo de la globalización, donde el mismo anillo se encuentra aquí como en Shangai, las nuevas generaciones contraatacan con piezas únicas, personalizadas y diferentes.

Empieza la desglobalización.

Jordi Ferré Estrada es Joyero y profesor de la escuela JORGC

Puede leer el original en: http://www.goldandtime.org