10.Abr.2017

El diamante rosado ‘Pink Star’ acaba de convertirse en la piedra preciosa más cara del mundo tras haber sido adquirido por la increíble cantidad de 71,2 millones de dólares en la subasta organizada por la casa Sotheby’s hace apenas unos días.

¿Qué hace que los diamantes de colores sean tan cotizados?

Los diamantes con color son una rareza. Se estima que solo el 1% de los diamantes naturales lo tienen. Y solamente el 1% de ese 1% son rosas. De ahí que sean tan sumamente valiosos.

Los diamantes rosas y rojos adquieren su color debido a que en algún momento durante el proceso de formación experimentan una “abrupta y localizada” sobrepresión que altera el empaquetamiento normal en una zona determinada, dando lugar así a una capa o franja que interacciona con la luz visible de forma distinta, absorbiendo parte de ella, lo que propicia su coloración.

Un diamante es una de las formas, variantes o alótropos en que se presenta el elemento químico carbono. En concreto, los diamantes son estructuras cristalinas que se forman cuando, por efecto de las enormes presiones y temperaturas que se dan en el interior del planeta, cúmulos de átomos de carbono -del orden de muchos miles de millones- se ordenan y se unen formando una red tridimensional sólidamente empaquetada que, posteriormente, y debido a los procesos geológicos, acaban por alcanzar la corteza terrestre -salvo, claro está, que sean sintéticos-.

Precisamente es su naturaleza ‘carbónica’ la que justifica que la mayoría sean transparentes o traslúcidos. Sin entrar en grandes consideraciones, la distribución electrónica del átomo de carbono provoca que esta estructura cristalina no absorba nada de la radicación visible -una explicación más exhaustiva requeriría aludir a la teoría de bandas-.

Así que los diamantes perfectos, o ideales, son transparentes. La existencia de (algunos) diamantes coloreados atiende a tres factores:

  1. Presencia de impurezas, esto es trazas o cantidades mínimas de otros elementos de características similares al carbono y que reemplazan a una parte de los átomos de este en la red cristalina.
  2. Defectos o alteraciones estructurales originados durante el proceso de formación del diamante.
  3. Por irradiación natural procedente de minerales radiactivos en el lugar de formación del diamante.

Cualquiera de estos factores origina una alteración local de la distribución electrónica que propicia que se produzca la absorción de una determinada franja o región del espectro visible, restándosela a la luz blanca. Y, por tanto, hace que estos diamantes presenten uno u otro color.

En el caso de los diamantes amarillos, los más abundantes dentro de los coloreados, aparecen debido a la presencia de impurezas de nitrógeno. Es decir, cuando una cantidad -muy pequeña, pero significativa- de átomos de nitrógeno ocupan el lugar de los de carbono en la estructura cristalina.

En tanto que en los diamantes azules es el boro el elemento que reemplaza al carbono.

Los diamantes verdes se originan por irradiación natural de las rocas vecinas. Al alcanzar al diamante, la radiación emitida por las rocas modifica la distribución electrónica, dando lugar a esta tonalidad que, además, suele concentrarse en las capas externas de la piedra, pues la radiación se ve atenuada conforme va penetrando en él.

Por supuesto, no se trata de colores puros. Dependiendo de si hay más o menos impurezas; si son más o menos abundantes y más o menos extensas las zonas alteradas o defectuosas; o si la irradiación es más o menos poderosa, el tono y la intensidad del color del diamante se ve afectado. Y, del mismo modo, puede darse el caso de que en el mismo diamante converjan dos de estos factores: por ejemplo, impurezas de un elemento y defectos estructurales. Esto es, de hecho, lo que sucede en los diamantes violetas y púrpuras, que obtienen su color por la combinación de los defectos estructurales -rosa – y la presencia de boro -azul-. La suma de ambos colores produce el tono violeta definitivo.

Y algo de eso se da también en los mucho menos cotizados diamantes grises o negros, que se originan por la presencia de inclusiones de grafito, que es otra de las formas alotrópicas del carbono. Es decir de ‘granos’ donde el carbono se ha agrupado no como red tridimensional, sino como láminas o capas. Por lo que se pueden entender como inclusiones de “estructuras defectuosas”. Y como todo el mundo tiene presente, el grafito, a diferencia del diamante, sí tiene color, gris. En función de la cantidad de inclusiones de esta naturaleza, el diamante puede llegar a pasar de gris a negro.

Puede leer el original en: http://www.heraldo.es