16.Oct.2017

 

La marca de relojes Omega debe su nombre a la última letra del alfabeto griego: símbolo del logro y la perfección. Su historia comenzó en 1848, cuando su fundador Louis Brandt a la edad de 23 años, abrió un taller para la fabricación de relojes. En sus 167 años de historia sus modelos han sido los protagonistas de numerosos eventos deportivos, han lucido en la muñeca de personajes políticos y llegado a la luna.

Su fundador Louis Brandt murió a los 55 años de edad, pero su relego quedó en manos de sus hijos Louis-Paul y César. Uno de los principales cambios que hicieron, fue dejar de comprar piezas de relojes para desarrollarlas ellos mismos, lo que incrementó notablemente la calidad de éstos. Dado la creciente demanda que tenían y la capacidad de abastecerla y las comunicaciones laborales, la marca se mudó a una pequeña fábrica en Biel/Bienne. En 1903 se convirtieron en el mayor productor de relojes en Suiza con una producción de 240.000 relojes y empleando a 800 personas. Mismo año en el que murieron los hermanos Brandt.

Su único heredero, Paul – Emile Brandt de 24 años, tomo las riendas de la compañía. Durante medio siglo, Omega pasó de ser una pequeña empresa de fabricación de relojes a una marca mundial fuertemente consolidada y reconocida.

La reputación de la marca dada por su innovación y calidad, ha dado lugar a la obtención de numerosos premios y reconocimientos, comenzando en 1900 con el Gran Premio en la Feria Mundial de París.  En 1932 Omega llegó a los Ángeles con el fin de medir todos los eventos olímpicos. Desde ese momento, se convirtió en la marca oficial para medir los tiempos en los Juegos Olímpicos.  Ha sido el cronometrador oficial de 21 Juegos, trayendo numerosas innovaciones como el desarrollo en 1967 de paneles de contacto, con el objetivo de ajustar de forma milimétrica las competiciones acuáticas y popularizó el sistema foto finish a comienzos de 1990.

La relación de la marca con los deportes siempre ha sido muy estrecha, presentando el modelo Seamaster, dedicado a la navegación. El cual formaba parte del trío Master junto a Speedmaster y el Reailmaster, diseños dedicados a los pilotos y ferroviarios.

Sus modelos han sido lucidos por personajes público como Elvis Presley, agentes 007 y John F. Kennedy. Incluso sirvieron de inspiración a Dalí en la creación de sus famosos cuadros sobre relojes.

La entrada de la NASA en el escenario de Omega fue una revolución para la marca. En los años 60 compraron 5 grandes firmas internacionales, entre las que se encontraba Omega, con el fin de comprobar la resistencia al frío, presión y vacío del espacio. El modelo Speedmaster de Omega fue el mejor valorado, viajando en 1969 a luna en el Apolo 11 en la muñeca del astronauta Neil Armstrong. Posteriormente, lo hizo la plataforma internacional Soyuz al ser elegido por la agencia espacial rusa.

Sin embargo, todos lo logros parecieron desvanecerse con la llegada de los relojes de cuarzo en la década de los 70. Omega tuvo que adaptarse y se orientó hacia un mercado de lujo. Actualmente pertenece al Grupo Smatch.

En los últimos años, OMEGA ha seguido construyendo su reputación de innovación presentando el primer reloj de pulsera automático con tourbillon central y el revolucionado escape coaxial, desarrollado conjuntamente con el maestro relojero inglés George Daniels.

Omega debe su excelencia a la calidad de sus movimientos, historia y evolución. La marca lleva más de 160 años dominando nuestro tiempo. Su estilo deportivo y pureza de los movimientos, han hecho ocupar un lugar muy especial en escaparates de coleccionistas. Parece que alrededor de los relojes Omega hay un aura que cautiva para siempre.

Fuente: García Joyeros