3.Abr.2017

El director de la Escuela Arte 1 de Cantabria repasa la situación actual de la formación y el concepto creativo de los nuevos joyeros.

Licenciado en Bellas Artes, Jesús García lleva gran parte de su carrera profesional dedicado a la formación y desde el año 2008 está al frente del centro de referencia para la Joyería Artística en Cantabria, la Escuela Arte 1. El director nos explica las actividades y proyectos que están llevando a cabo, pero sobre todo destaca la necesidad de transmitir a los alumnos una serie de valores éticos y estéticos, que van más allá de la pura formación técnica.

Podríamos decir que la Escuela inició su actividad en plena crisis en nuestro país. ¿Ha afectado esto a su desarrollo?
Si, de hecho la crisis nos pilló en pleno crecimiento, justo cuando tienes una mayor necesitad de implantar recursos, materiales, etc. La dotación más importante del centro es la que nos provee la consejería de Educación y durante cuatro años esta aportación se redujo en torno al 45%. Eso hizo que las prioridades se restringiesen, buscando lo inmediato, y eso también nos exigió salir más hacia el exterior, de forma más intensa, buscando la realización de proyectos con apoyo de instituciones, asociaciones, empresas, proyectarnos de una forma más rápida entre los alumnos y llevar a cabo colaboraciones enriquecedoras a nivel formativo.

¿Se ha notado la ‘supuesta’ mejoría económica actual en términos de más demanda por parte de los jóvenes?
Si, el conocimiento que hemos venido teniendo con exposiciones, muestras de cara a la calle, nos ha aportado una mayor visibilidad y al mismo tiempo una mayor demanda por parte del nuevo alumnado sobre todo en los grados superiores, porque en el grado medio de Joyería es algo más complicado por or la especificidad de la oferta, del sector al que es dirige, que es de muy complicado acceso. Pero estamos contentos porque la media de los grupos en la enseñanza base ha sido de entre ocho y diez alumnos anualmente.

Hay un ámbito de economía social que yo creo que satisface mucho y que no está cubierto. No se trata de hacerse rico sino que tu trabajo te proporcione satisfacción profesional y personal

Antes comentabas que la crisis os obligó a abriros al exterior. ¿Entiendo que las Jornadas Altera que celebrasteis en febrero forman parte de estos proyectos? Si, desde el segundo año empezamos a celebrar una Semana Cultural que empezó con los alumnos de ilustracióny a partir de ahí presentamos a la Fundación Santander Creativa un proyecto que se ampliase también a la Joyería y nos apoyaron. En estos cuatro años han pasado grandes representantes de la joyería como Carlos Codina, Carlos Reano, Xavier Monclús… entre otros muchos, que han dado conferencias y talleres con un alto grado de satisfacción y demanda, no sólo de los alumnos sino de gente de fuera. Eso nos ha permitido mantener estas jornadas, amén de otras colaboraciones como con el Museo Altamira, e incluso empresas privadas como Porcelanosa, El Corte inglés… etc.

Una vez acaba el proceso de formación ¿Cómo se apoya a los alumnos en su futuro profesional?
Si, por supuesto. Lo que hemos intentado desde un primer momento es que no perdiesen la conexión con la Escuela una vez finalizada su formación. Sabemos que es muy difícil proyectarse de forma individual y esta crisis nos ha enseñado a crear redes para tener más fuerza. Por eso desde el segundo año de vida del centro creamos la Asociación de Antiguos Alumnos y Amigos de la Escuela de Arte, favoreciendo el hilo de conexión y para permitir que la Escuela pueda poner a su disposición los recursos que tenemos. Desde el módulo de Orientación Laboral también apoyamos a quienes quieren montar su propia empresa e incluso tenemos alumnos que han acabado trabajando en la propia Escuela como profesores. También las prácticas obligatorias en las empresas han permitido que algunos alumnos hayan acabado trabajando como asalariados en esas firmas.

El perfil de algunos clientes está cambiando a un tipo de joyería menos convencional, pero ¿lo hace también el perfil del estudiante y del centro?
Intentamos que ellos se abran a nuevas vías y colaboraciones. De hecho, nosotros venimos desarrollando un proyecto que aborda los materiales autóctonos, donde intentamos poner en valor lo que tenemos en nuestro entorno. Por ejemplo las maderas, los minerales de la zona, e incluso valores patrimoniales intangibles como la gastronomía y la cultura, para que ellos lo apliquen en sus diseños y mantengan una relación de identidad con sus creaciones. Esto al final es arte y el arte nace sobre todo de la necesidad de contar algo y tener una relación con aquello que te rodea. Precisamente uno de los proyectos de este año que ha presentado una alumna tiene que ver con la restauración; eran soportes para la llamada comida molecular y ahora estamos desarrollando un seminario con la escuela de Restauración de Cantabria entre los profesores, para ver qué tipo de proyectos e iniciativas podemos llevar a cabo en común.

El diseño y modelado 3D es el futuro, pero también el presente, aunque muchos opinan que es sólo una herramienta más, como la lima en el taller. ¿Comparte esa opinión?
La primera herramienta del diseñador es el lápiz y el papel. Lo demás no deja de ser una herramienta que te permite materializar la idea de una forma más rápida, para después trasladarla a los nuevos sistemas de producción. Nosotros desde el primer momento venimos trabajando con Autocad y Rhinoceros tanto en diseño como en renderizado, aunque no trabajamos mecanizado. Es una de las cuestiones pendientes, pero ahora mismo no está entre nuestras prioridades porque también tenemos en cuenta qué herramientas son las que el alumno va a poder seguir usando cuando deje la Escuela. Lo importante es conocer a fondo el proceso en su conjunto.

En este trabajo uno tiene que ser creativo, pero también comercial. ¿Qué peso se le da a ambas vertientes?
Claro, lo que les decimos es que tienen que ser, sobre todo, realistas. La intención de todo alumno es vivir de lo que les gusta, pero tienen que entender que a veces hay que dedicarse a cosas que gustan menos. Rodin diferenciaba entre escultura ‘alimentaria’ y escultura ‘artística’. Hay que llevar un equilibrio y también hay que enseñar al cliente por no siempre tiene la razón, y hay que educarle. Es necesario huir de lo comercial, entendido como aquello sin personalidad, sin vida, pero en muchas ocasiones lo comercial no está reñido con lo creativo, con lo interesante.

¿Se percibe en las nuevas generaciones de estudiantes un mayor compromiso por la ética social y ambiental a la hora de abordar sus proyectos como joyeros?
Si, y no. Es decir, están concienciados pero no tienen esa iniciativa, o no saben cómo aplicarla. Desde hace cuatro años ––a través de la Consejería de Educación–– varios profesores nos hemos formado en la llamada Red de Escuelas Solidarias y a partir de ahí hemos llevado a cabo programas relacionados con jóvenes en riesgo de exclusión social, con niños autistas, con cáncer… Hay un ámbito de economía social que yo creo que satisface mucho y que no está cubierto. No se trata de hacerse rico sino que tu trabajo te proporcione satisfacción profesional y personal.

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