Dinero fácil, rápido y sin importar la situación financiera del cliente. La fórmula no es nueva, aunque en los últimos meses se ha reencarnado en forma de unas tarjetas de crédito especiales que reciben el nombre de revolving y cuyos desorbitados intereses están alentando una oleada de reclamaciones que parecen ser el principio de un nuevo quebradero de cabeza para las entidades financieras.
Este tipo de tarjetas se utiliza fundamentalmente para financiar los pagos al consumo, con líneas de crédito mayores a los microcréditos y hasta unos 5.000 o 6.000 euros. Hasta aquí, alguien podría equipararlas con las tarjetas de crédito tradicionales, aunque se diferencian fundamentalmente en el plazo y las cuotas de amortización. «Mientras en las tradicionales existe la opción de pagar la totalidad de la deuda al mes siguiente sin intereses, las de revolving sólo dan la opción de pago aplazado, de manera que todas las compras que se paguen con ellas se aplazarán, con sus correspondientes intereses», aclaran desde la OCU(Organización de Consumidores y Usuarios), que acaba de lanzar una campaña con el nombre de #StopUsura.
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